On October 1, 1995, at 3 p.m., our current church was dedicated by Bishop Kendrick Williams. It was a joyful day that began with a final Mass in the old church and culminated in the dedication of our new space. The liturgy included the blessing of the church, altar, and tabernacle, marked with candles, music, oil, flame, and solemn ritual. This powerful celebration remains central to our parish, as our church was set apart to inc . This anniversary also serves as the kickoff to our novena leading to our parish feast, October 7—the Memorial of Our Lady of the Rosary. While this anniversary is unique to our parish, every church marks the date of its own dedication. Some liturgists even call it the “hidden solemnity,” since it is particular to each church and often overlooked. The wider Church also celebrates the anniversary of the dedication of the Archbasilica of St. John Lateran, the cathedral of Rome. Dedicated in 324 A.D., it was the first public church and papal residence. Since it is the mother church of all churches, its anniversary on November 9th is celebrated worldwide. Similarly, dioceses honor the dedication of their local cathedrals—for us, Christ the King on March 2. These celebrations may be the only annual liturgies that focus on a place rather than a saint or mystery of faith. It may feel unusual to celebrate a building so prominently, especially in the post–Vatican II Church, which emphasizes Christ’s presence in his people—especially in the Eucharist and in the poor (cf. Matthew 25). Yet our outward-facing, evangelizing mission does not diminish the importance of the liturgy, which is most often celebrated in these consecrated spaces. Let us give thanks, then, for our church. May our faith be deepened and strengthened through our encounter with God here, and may we be faithful stewards of this sacred space so that many more can come to know the Lord in this place.
RINCÓN DE LA LITURGIA En este lugar: el aniversario de nuestra iglesia El 1 de octubre de 1995, a las 3 p.m., nuestro actual templo fue dedicado por el Obispo Kendrick Williams. Fue un día lleno de alegría que comenzó con la última Misa en el antiguo templo y culminó con la dedicación de nuestro nuevo espacio. La liturgia incluyó la bendición de la iglesia, el altar y el sagrario, acompañada de velas, música, óleo, fuego y solemnes ritos. Esta celebración poderosa sigue siendo central para nuestra parroquia, ya que nuestro templo fue consagrado para encarnar la gracia y albergar la presencia de Jesucristo. Cada año, el 1 de octubre se celebra como Solemnidad en nuestra parroquia. La celebración puede trasladarse a un domingo, como sucede este año, para que toda la comunidad participe más plenamente. Este aniversario también marca el inicio de la novena que nos prepara para nuestra fiesta patronal, el 7 de octubre—Nuestra Señora del Rosario. Aunque este aniversario es propio de nuestra parroquia, cada templo conmemora la fecha de su propia dedicación. Algunos liturgistas incluso lo llaman la “solemnidad escondida”, porque es particular de cada iglesia y a menudo se olvida. La Iglesia universal también celebra el aniversario de la dedicación de la Archibasílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Dedicada en el año 324 d.C., fue la primera iglesia pública y residencia de los Papas. Como madre y cabeza de todas las iglesias, su aniversario, el 9 de noviembre, se celebra en todo el mundo. De manera semejante, las diócesis conmemoran la dedicación de su catedral local—para nosotros, la de Cristo Rey, el 2 de marzo. Estas celebraciones son quizá las únicas liturgias anuales que se enfocan en un lugar más que en un santo o un misterio de fe. Puede parecer extraño celebrar con tanto énfasis un edificio, sobre todo en la Iglesia después del Concilio Vaticano II, que subraya la presencia de Cristo en su pueblo—especialmente en la Eucaristía y en los pobres (cf. Mateo 25). Sin embargo, nuestra misión evangelizadora y abierta al mundo no disminuye la importancia de la liturgia, que se celebra casi siempre en estos espacios consagrados. Demos gracias, entonces, por nuestro templo. Que nuestra fe se fortalezca en el encuentro con Dios en este lugar, y que sepamos ser buenos administradores de este espacio sagrado, para que muchos más puedan conocer al Señor aquí.