As clergy prepare for Mass, the vesting process is accompanied by solemn actions and prayers. These sacred moments help the priest ready himself to act in persona Christi. The word holy refers to what is set apart for sacred use; in this sense, the priest himself is holy—through baptism and ordination—set apart for the sacraments.
Last week we reflected on the ritual washing of hands (also repeated during the preparation of the altar), the amice, and the alb. We now continue with the cincture. This simple cord, worn as a belt to secure the alb, symbolizes chastity. Its prayer is: “Gird me, O Lord, with the cincture of purity and quench in me the fire of concupiscence [lust], that the virtue of continence and chastity may remain in me.” The phrase recalls the biblical exhortation to “gird your loins,” when robes were tied up in preparation for battle or labor.
The stole, a narrow strip of fabric worn by priests around the shoulders, symbolizes service. Though often hidden beneath the chasuble, it is visible when the priest administers reconciliation. The stole is in the liturgical color of the celebration, and its prayer is: “Return to me, O Lord, the stole of immortality, which I lost through the sin of my first parents; and, though I am unworthy to approach thy sacred mystery, grant me everlasting joy.” The stole also recalls a yoke, a powerful symbol of being yoked with Christ.
The chasuble, the final and most visible vestment, is shaped like a poncho and represents charity. Its prayer is: “O Lord, who hast said, ‘My yoke is easy and my burden light,’ grant that I may so bear it as to obtain thy grace.” The chasuble is made in the liturgical color of the day and often richly decorated with embroidery, symbols, or gold thread. It is unique to priests, distinguishing them from deacons. First donned at ordination, the chasuble should always remind the priest of that sacred moment.
Next week, we will explore the vestments proper to deacons and their unique symbolism.
Al prepararse para la Misa, el clero realiza acciones y oraciones solemnes que acompañan el rito de revestirse. Estos momentos sagrados ayudan al sacerdote a disponerse para actuar in persona Christi. La palabra santo se refiere a lo que está apartado para un uso sagrado; en este sentido, el sacerdote mismo es santo—por su bautismo y ordenación—apartado para los sacramentos.
La semana pasada reflexionamos sobre el lavado ritual de manos (también repetido durante la preparación del altar), el amito y el alba. Ahora continuamos con el cíngulo. Este sencillo cordón, usado como cinturón para ceñir el alba, simboliza la castidad. Su oración dice: “Ciñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza y apaga en mí el fuego de la concupiscencia [lujuria], para que permanezca en mí la virtud de la continencia y la castidad.” Esta expresión recuerda la frase bíblica “ceñir los lomos,” cuando el pueblo judío levantaba sus túnicas y las amarraba en preparación para la batalla o el trabajo.
La estola, una tira estrecha de tela que los sacerdotes llevan sobre los hombros, simboliza el servicio. Aunque normalmente está oculta bajo la casulla, se hace visible cuando el sacerdote administra la reconciliación. La estola lleva el color litúrgico de la celebración y su oración dice: “Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad que perdí por el pecado de mis primeros padres; y aunque soy indigno de acercarme a tu sagrado misterio, concédeme, sin embargo, la alegría eterna.” La estola también evoca un yugo, un poderoso símbolo de estar unidos a Cristo.
La casulla, el último y más visible de los ornamentos, tiene forma semejante a un poncho y representa la caridad. Su oración dice: “Oh Señor, que has dicho: ‘Mi yugo es suave y mi carga ligera’; concédeme llevarlo de tal manera que pueda alcanzar tu gracia.” La casulla se confecciona en el color litúrgico del día y suele estar ricamente adornada con bordados, símbolos o hilos de oro. Es propia y única del sacerdote, y lo distingue del diácono. La primera vez que se reviste con la casulla es en su ordenación, y cada vez que la use debe recordarle ese momento sagrado.
La próxima semana exploraremos las vestiduras propias de los diáconos y su simbolismo particular.